¿Qué es lo que decide las adhesiones políticas? ¿Cuánto pesan en esas identificaciones los argumentos racionales, las ideas, y cuánto la dimensión afectiva o pasional? La crisis social, económica y climática que se agudizó con la pandemia de coronavirus hizo que muchas personas se vieran expuestas a una gran vulnerabilidad y sintieran una gran necesidad de seguridad y protección, así como mucha indignación ante injusticias que el Estado no logra siquiera mitigar. En este contexto, son las nuevas derechas las que han sabido escuchar el enojo, la decepción y el resentimiento de vastos sectores sociales y canalizarlo políticamente, en tanto que la izquierda parece insistir con estrategias gastadas.
En este ensayo potente e inspirador, Chantal Mouffe interpela a las fuerzas progresistas para que, ante todo, puedan reconocer que en política importan tanto los programas como la capacidad de despertar emociones comunes. La izquierda invierte mucha energía en enunciar consignas y enumerar las maravillosas medidas que implementará una vez que acceda al poder, ignorando que lo que impulsa a la gente a involucrarse no son las teorías abstractas, en las que no puede reconocer sus problemas y frustraciones cotidianas. En cambio, lo que debería preguntarse es cómo llevar a la gente a desear esas políticas, a identificarse con ellas y a sentirse parte.
El desafío también consiste en salir de la complacencia de interpelar solo a los propios, a los convencidos, suponiendo que los votantes de los partidos de derecha están tomados por el odio, la homofobia, el racismo, o que tienen una especie de enfermedad "moral" que los vuelve irrecuperables. El desafío, en suma, es intentar comprender por qué la gente se ve atraída por los planteos autoritarios.
¿Cómo redefinir el proyecto democrático para que vuelva a movilizar mayorías en pos de la justicia social y de la decisión de preservar un planeta habitable? Contra la ofensiva neoliberal, Chantal Mouffe propone construir una nueva narrativa, un mito que, haciéndose eco de las tareas más urgentes, trace el camino para pasar de la ira a la esperanza y, desde allí, articular luchas sociopolíticas y ecológicas en una dirección progresista.