El libro caravana de sombras es luminoso. Sus páginas hacen territorio de la aventura. La sombra es más luz en los ojos del poeta Arthur Rimbaud. El otro poeta, Rubén Rivera, sigue su ruta con una mirada que se multiplica en distintas miradas. Aquí está el valor de esta obra: el poeta perseguidor, que rastrea, seguidor, que busca y ojeador de otro poeta. El resultado: un libro de rastros de huellas de indicios de señas y ficciones que exigen poesía.
[...] Es asunto de sensibilidad grande que un poeta se asome a las desapariciones de otro poeta el perseguidor el que rastrea se vuelve un buscador y suelta un Matisse más en el ruidoso silencio del canto y una nota más en la ruta de la orquestación de los hallazgos. Buscar expedir, para que el presente de algo grande no haya sido tragado por el tiempo, y Rubén Rivera busca en las hojas de plátano el sueño todavía caliente del poeta; busca rumbo a Bubassa la sombra de aquel rifle te apunto directo a su cabeza en el sueño de lo que nada divierte.