Un Tercio se alimenta de una mezcla de experiencias que acaban por plasmarse en formas muy diversas, desde el cuento mágico infantil, hasta los poemas más ácidos o los versos más dolorosos, sin dejar atrás unas pequeñas reflexiones en prosa, que surgen tanto del alma herida como de la lucidez de un cerebro dispuesto para el análisis.