Educar

uestros idearios y caracteres propios estaÂŽn impregnados de pretensiones por hacer de la escuela un lugar donde se viva la buena nueva del Evangelio, pero, por desgracia, en lo praÂŽctico, no es siempre este el leitmotiv de nuestro diÂŽa a diÂŽa. ÂżCruzamos cada man~ana el umbral de nuestro colegio con el aÂŽnimo de entregarnos a encuentros con compan~eros, familias y alumnos que hagan de lo que somos signo del Reino? ÂżLeemos todo lo que acontece y se proyecta en nuestros centros desde la luz del Evangelio? No seÂŽ si somos conscientes de que nuestro apellido "catoÂŽlico" hace que nuestro trabajo sea parte de la imagen que nuestra sociedad recibe de Dios. No seÂŽ si somos conscientes de este valor sacramental en nuestra tarea.La naturaleza de nuestras escuelas brinda un espleÂŽndido marco de posibilidades para hacer Reino: el trabajo con y por otros, espacios que permiten generar estilos de convivencia, la realidad comunitaria de la escuela, las propuestas de transmisioÂŽn de la fe en JesuÂŽs, la apertura a las realidades del mundo y al conocimiento, la concepcioÂŽn de la persona desde la antropologiÂŽa cristiana, el acceso a la formacioÂŽn en valores, la posibilidad de transformacioÂŽn del entorno...