(1)

Los gatos no viven en el tejado y otros poemas de amor

E-Book


Tu gato entra silencioso, imperceptible, al cuarto.

Me mira cómo te voy desnudando.

Luego se acurruca en una silla y comienza a cerrar los ojos.

De repente los abre y para las orejas cuando escucha que dices algo.

Pero son quejidos que salen desde el fondo de tu corazón.

Quizás los orígenes de toda poesía fueron únicamente gemidos

de amor.

Y el gato se queda dormido.

Dicen que los gatos también sueñan.

Seguro sus sueños son esos milenarios susurros de placer.